Noche de profunda tristeza, fin de noche de fiesta, tengo el corazón borracho de nostalgia. Estoy caminando solo por el Raval, escuchando el manejo de las princesas, felinas negras que venden ellas juventud para sobrevivir. Justo una voz de nube, la de una mujer que he amado, que me habla suavemente de la vida y mi cigarrillo que se muere en un humo silencioso.
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